Dos Vidas by Joan Rovira Pique

Dos Vidas by Joan Rovira Pique

autor:Joan Rovira Pique
La lengua: spa
Format: epub
Tags: sf_action
ISBN: 978-84-9998-073-7
editor: www.papyrefb2.net
publicado: 2010-12-31T23:00:00+00:00


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Anpe Automation

Escuela de motociclismo

Burton estaba preparado. Parecía un niño ilusionado, como si fuera la primera vez.

—Voy a apostar cien dólares a que consigues mejorar los 1,21’50 de Crys —le dijo John.

—Vamos a ver, John, ¿cómo puedes apostar a mi favor? ¿Tú crees que es normal que yo apueste en mi contra?

Los dos, en los boxes, cerca de la línea de salida, empezaron a reír a carcajadas.

—Ahora que lo dices, no parece muy normal, pero es que estoy convencido de que lo conseguirás.

—Nada, apuestas a que no lo consigo, y ya te puedes olvidar de tus cien dólares.

John meneó la cabeza, divertido.

—Realmente te apasionan los desafíos.

Burton subió a la moto, se ajustó los guantes y el casco y se puso en marcha por el carril de aceleración. John cogió el cronómetro y se acomodó en la línea de meta.

Las tres primeras vueltas, Burton las dedicó a calentar los neumáticos y a coger confianza con la moto. Hacía tiempo que no conducía este tipo de motocicletas tan pequeñas y no estaba familiarizado con ellas. En la cuarta vuelta mejoró sensiblemente el crono e hizo un digno 1,25 bajo. En la quinta y sexta fue mejorando hasta llegar a 1,23’25.

John se lo comunicó al pasar por meta con un escueto «+ 2».

A Burton le quedaba gasolina para cuatro vueltas, y no quería repostar de nuevo y tener que volver a salir. Debía mejorar el tiempo antes de quedarse sin.

En la séptima vuelta, la indicación de John fue de «+ 1»; le faltaba poco. Burton conocía el circuito mejor que nadie, era como su casa y sabía dónde podía recuperar ese segundo con más facilidad: la recta de contrameta. Pero para ello debía apurar al máximo en la salida de la curva de derechas que la precedía y así alcanzar la máxima velocidad posible.

Hizo las tres primeras curvas a la perfección y llegó a la curva clave del circuito. Apuró mucho más la entrada que de costumbre, lo que le obligó a abrirse al máximo con el riesgo de salir del asfalto. Parecía que ya estaba conseguido cuando, por un par de centímetros, la rueda delantera pisó la hierba, lo que automáticamente provocó un fuerte latigazo en la moto. Burton salió despedido hacia delante, dando una media voltereta en el aire antes de caer de espaldas, patinar unos metros y quedar finalmente inmóvil.

En tanto, cronómetro en mano, John seguía esperándolo por la línea de meta, en la que sería la octava vuelta. Pero el reloj indicaba un minuto y veinticinco segundos y Burton no daba señales de vida. Esperó, pero los segundos de espera no hicieron más que sumarse. Entonces John cogió una moto de servicio y le dijo a Randy que iba a ver qué había pasado.

Cuando llegó a la maldita cuarta curva de derecha, y antes de acabar de trazarla, divisó la moto y, poco después, a Burton tendido en mitad de la pista. Totalmente inmóvil.

—¡Burton! ¡Burton!, ¿estás bien? —le gritó cuando hacía el último tramo.

Dejó caer la moto sin poner el soporte.



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